Alessandria,
Piamonte, 1932) Semiólogo y escritor italiano. Se doctoró en Filosofía en la
Universidad de Turín, con L. Pareyson. Su tesis versó sobre El problema estético en Santo Tomás (1956), y su interés por la filosofía
tomista y la cultura medieval se hace más o menos presente en toda su obra,
hasta emerger de manera explícita en su novela El nombre de la rosa (1980). Desde 1971 ejerce su labor
docente en la Universidad de Bolonia, donde ostenta la cátedra de Semiótica.
Se pueden definir dos
presupuestos clave en la amplia producción del autor: en primer lugar, el
convencimiento de que todo concepto filosófico, toda expresión artística y toda
manifestación cultural, de cualquier tipo que sean, deben situarse en su ámbito
histórico; y en segundo lugar, la necesidad de un método de análisis único,
basado en la teoría semiótica, que permita interpretar cualquier fenómeno
cultural como un acto de comunicación regido por códigos y, por lo tanto, al
margen de cualquier interpretación idealista o metafísica.
Teniendo en cuenta
este planteamiento, se puede comprender el porqué de la variedad de los
aspectos analizados por Umberto Eco, que abarcan desde la producción artística
de vanguardia, como en Obra
abierta (1962), hasta la
cultura de masas, como enApocalípticos e integrados (1964) o en El superhombre de masas (1976).
A la sistematización
de la teoría semiótica dedicó, sobre todo, el Tratado
de semiótica general (1975),
publicado casi al mismo tiempo en Estados Unidos con el título de A Theory of Semiotics, obra en
la que el autor elabora una teoría de los códigos y una tipología de los modos
de producción sígnica.
Durante los años del
auge del estructuralismo, Eco escribió, enfrentándose a una concepción
ontológica de la estructura de los fenómenos naturales y culturales, La estructura ausente (1968), que alcanza su óptima
continuación en Lector in
fabula (1979). En esta última
obra, efectivamente, se afirma que la comprensión y el análisis de un texto
dependen de la cooperación interpretativa entre el autor y el lector, y no de
la preparación y de la determinación de unas estructuras subyacentes, fijadas
de una vez por todas.
Algunos conceptos
básicos del Tratado, en
cambio, fueron estudiados nuevamente, discutidos y, en ocasiones, modificados
por el propio autor en una serie de artículos escritos para la Enciclopedia
Einaudi y recogidos después en Semiótica
y filosofía del lenguaje (1984).
El concepto de signo, especialmente, abandonando el modelo propio "de
diccionario" por un modelo "de enciclopedia", ya no aparece como
el resultado de una equivalencia fija, establecida por el código, entre
expresión y contenido, sino fruto de la inferencia, es decir, de la dinámica de
las semiosis.
A estas obras
teóricas se añaden los volúmenes en los que Umberto Eco ha reunido escritos de
circunstancia y artículos de actualidad, tales comoDiario mínimo (1963), que contiene los conocidosElogio
di Franti y Fenomenologia di Mike Bongiorno; Il costume di casa (1973); Dalla periferia dell'impero(1976)
y Sette anni di desiderio (1983).
En 1980 dio a conocer
la novela El nombre de la rosa,
antes citada, de ambientación medieval e inspirada en el subgénero policiaco,
en cuyas páginas se combinan a la perfección todos los temas teóricos de la
obra de Eco, con una adecuada reconstrucción histórica como escenario de una
imaginativa trama y de un sólido arte narrativo.
Se trata de un denso
relato que transcurre en una abadía medieval italiana y donde, con una
estructura similar a la de las novelas policiacas, el protagonista, un fraile inglés
llamado Guillermo de Baskerville, indaga en una serie de asesinatos y llega a
descubrir al autor y a los inductores de todos ellos.
Este largo relato,
escrito bajo la advocación de J. L. Borges (convertido en el bibliotecario
ciego de la narración), es un pastiche de diversas formas literarias: la novela
negra, el género histórico, la imitación de estilos medievales o humorísticos
de la historieta contemporánea.
El péndulo de Foucault (1988), el segundo
relato del autor, intentó recrear la tradición hermética, ocultista y masónica
como metáfora de la irracionalidad superviviente en los contemporáneos
movimientos terroristas y en las mafias económicas
La isla del día antes (1994), su última
novela publicada. En mayo de 2000 fue galardonado con el Premio Príncipe de
Asturias.
Humberto Eco hace un
análisis del signo icónico: parte de la definición del signo icónico como aquel
semejante en algunos aspectos al objeto denotado, pero esta definición no convencía
desde el punto de vista semiótico.
Para el autor el
signo icónico no posee las propiedades del objeto representado, sino que
reproduce algunas condiciones de la percepción común, basándose en códigos de
reconocimiento normales (los códigos de reconocimiento tienen en cuenta los
aspectos pertinentes. La reconocibilidad del signo icónico depende de estos
aspectos) y seleccionando los estímulos
que, con exclusión de otros, permiten construir una estructura
perceptiva que, fundada en códigos de experiencia adquirida, tenga el mismo
significado que el de la experiencia real denotada por el signo icónico.
El signo icónico
construye un modelo de relaciones homologo al modelo de relaciones perceptivas
que construimos al conocer y recordar el objeto. Si el signo icónico tiene propiedades
en común con algo, es con el modelo perceptivo el objeto.